martes, 23 de agosto de 2011

Capítulo 5.


 Sam sintió el terrible impulso de besarle. Pero sería demasiado extraño; acababa de conocerle, y además, se había prometido a sí misma dejar de mostrar sus sentimientos tan fácilmente. Es decir, ser ella misma de nuevo. Así que se incorporó, y se sentó al lado de Jack, que le sonreía ampliamente, mostrando su perfecta dentadura.
-¿Estás mejor?-Preguntó el.
-Sí, muchas gracias, Jack. No sé que habría hecho sin ti.
-Estarías bien, estoy seguro. Eres una chica fuerte.-Terminó con tono grave.
Sam se rió un poco, y miró por la ventana. El cielo se había nublado totalmente.
-¿Quieres… dar una vuelta?
Sam le miró sonriente, y asintió. Jack se puso de nuevo el gorro de tela, y salieron de la habitación. Sam le dio un puñetazo suave en el brazo, Jack se rió y le pasó el brazo sobre los hombros, y ella hizo lo mismo con el. Entonces comenzó a llover, y decidieron ir a la sala común de los chicos, Sam no se opuso, aunque pensó que Joe podría estar allí. Hicieron unas palomitas en la habitación de Jack,  y después bajaron a la sala. Efectivamente, Joe estaba allí. Tenía su brazo sobre el cuello de Daniel, y ella le rodeaba a el con el brazo ¿Llevaban toda la tarde alli?. Jack y Sam se sentaron en otro sofá, y cada uno se sentó en un extremo, dejaron el recipiente de palomitas en el medio, y comenzaron a jugar a lanzarlas, para intentar encestar en la boca del otro. De vez en cuando, cuando Joe escuchaba a Sam reír, apartaba la mirada de la televisión, y se quedaba mirando un rato. Entonces, cogieron las palomitas restantes, y las lanzaron al aire. Y entre risas, intentaron coger en el aire todas las posibles.
-Yo  tengo sheiz.-Decía Jack riéndose, con la boca llena.
-Puez yo trese.-Dijo Sam masticando.
Cuando tragaron, los dos rieron de nuevo. Jack dijo:
-Venga ya, eso no era posible.
-Ya ves.
Jack se abalanzó sobre ella, y comenzó a hacerle cosquillas. Cayeron al suelo, y quedaron ocultos de los demás por la enorme mesa de madera que tenían justo al lado.
-¿Tan divertido es hacerme cosquillas?-Preguntó Sam riendo.
-Ya ves.-Respondió Jack en tono de burla. Sam se hizo la ofendida y se rió de nuevo, golpeándole el hombro, pero no con mucha fuerza. Jack sonreía, y se acercó un poco más.
-Mis amigas deben de estar buscándome cómo locas.-Dijo entonces Sam, en un susurro.
Jack se levantó, y extendió la mano para ayudarla a ella.
-¿Quieres que te acompañe?
-Sí, vale.
Jack le pasó el brazo por la cintura despacio, con timidez. Y la acompañó hasta la puerta.
Jack se quitó el gorro y jugó con el en sus manos, nervioso.
-Te… ¿te gustaría que volvieramos a vernos mañana?
Sam sonrió a Jack mientras abría la puerta de su habitación. Susurró:
-Me encantaría.
Jack se quedó en la puerta sonriendo, hasta que Sam cerró. Sus amigas comenzaron a hacerle preguntas sin parar, y tuvo que pedirles que se calmaran, y después les contó absolutamente todo. Luego Lauren y Caroline comenzaron ha contarle lo perfectos que eran Drake y Ian. Pero lo que Sam tenía muy claro, era que no pensaba ir a la fiesta de Drake, Ian y Joe.

                                                  · · · ·

Los tres días siguientes pasaron muy tranquilamente: Lauren, Carol y Sam pasaban las mañanas juntas, y después se encontraban con Jack, Drake y Ian, que habían comenzado a hacerse amigos, lo cual estaba muy bien, pero Sam y Jack, Lauren y Ian, y Drake y Carol, siempre acaban hablando por separado.
La mañana del cumpleaños de Carla, Sam se despertó la primera porque se había ido a dormir demasiado temprano el día anterior. Fue hacia el baño, y se lavó los dientes, se peinó su melena rubia, se puso una sudadera gris que le quedaba muy grande, y unos pitillos muy ajustados. Hoy parecía que iba a hacer mejor día, pero tampoco cómo para ponerse pantalones cortos. No paraba de pensar que debería de hacer con su pelo para el cumpleaños, estaba un poco nerviosa. Entonces algo la sacó de su embeleso, alguien tiró una piedrecita a su ventana. Sam se acercó rápido para mirar, y se asomó al balcón.
-¿Jack? ¿Qué haces ahí? Son las ocho de la mañana.
-Sí, lo sé. Lo siento, ¿Te he despertado?-Preguntó mientras se colocaba mejor su gorro de tela.
Sam sonrió, le encantaba cómo le quedaba aquel gorro gris con todo. Se apoyó en la barandilla del balcón, y dijo:
-No, llevo ya un rato despierta. ¿Para que me llamabas?
-Tengo que preguntarte algo.-Dijo Jack sonriendo nervioso.-Esta noche no he dormido muy bien. Estoy nervioso.
-¿Nervioso? ¿Porqué?
-Por la fiesta. Es que no… yo nunca…
-Jack, ¿quieres que baje? Vamos a despertar a todo el mundo.
-Sí, por favor.
Sam cerró la puerta del balcón, y salió de la habitación sin hacer ruido, pero en cuanto salió por la puerta, comenzó a correr, cuando llegó a Jack, dejó que las enormes mangas de la sudadera le cubrieran las manos enteras, y sonrió a Jack intentando disimular que estaba tiritando. Jack la miró sonriendo, y dijo:
-Siento haberte hecho bajar, es que de verdad que necesitaba hablar contigo.
-¿De qué quieres hablar?
-Es que… estoy nervioso. Nunca he le he pedido a una chica que vaya a un baile conmigo.-Dijo Jack, la suave luz del amanecer le daba en la cara.
Sam le seguía mirando, sonriendo cada vez más. Jack la miró también, esperando que hubiera pillado la indirecta.
-Es fácil. Simplemente pregúntaselo.
Jack sonrió, inclinando la cabeza hacia atrás.
-No vas a hacer esto fácil, ¿Eh?
Sam negó con la cabeza sonriendo.
-Está bien… Eh… Sam, ¿Te gustaría ir a la fiesta conmigo?-Preguntó el mirándola a los ojos, y se mordió el labio.
Sam saltó a sus brazos, y dijo:
-Sería genial.
Jack la rodeó con sus brazos despacio, con timidez, y Sam apoyó su cabeza en su hombro, intentando disfrutar lo máximo que pudiera del calor corporal de Jack, porque estaba helada. Jack se dio cuenta, y dijo:
-¿Quieres ir a desayunar? Creo que hay chocolate caliente.
-Suena perfecto.
Jack le pasó el brazo sobre los hombros, y ella lo pasó por la cintura de Jack. Cuando llegaron, la cafetería estaba totalmente desierta. Solo se oía a las cocineras hablar mientras preparaban el desayuno. Aún no tenían demasiado trabajo, porque todavía no había comenzado el curso, así que no había más de 100 estudiantes en total. No empezarían a llegar hasta el Lunes. Jack y Sam se acercaron a la barra, cogieron una taza y unos churros, y se fueron a sentarse en una mesa en la otra esquina de la cafetería.
-Ñamñamñam.-Dijo Sam contenta. Tenía mucha hambre.
Cuando terminaron, fueron a la habitación de Jack, porque sus compañeros aún no habían llegado. Nada más entrar, Jack se quitó el gorro. Su pelo ondulado y revuelto quedó completamente visible.
-¿Por qué te pones siempre ese gorro?-Preguntó Sam cogiéndolo.
Jack se sonrojó un poco, y intentó quitárselo de la mano, pero ya se lo había puesto en la cabeza, y se miraba en el espejo.
-No lo sé, supongo que simplemente me gusta.-Dijo riendo nervioso.
-Oh.-Dijo Sam, mientras se lo quitaba- te queda muy bien.
Jack sonrió.
-Bueno, y ¿Qué hacemos?
-¿Quieres jugar a las preguntas?-Preguntó Jack sentándose en la cama.
-¿Cómo se juega?-Preguntó Sam, sentándose frente a el.
-Pues, yo te hago una pregunta, luego respondes, y acto seguido tu me haces otra.
Sam asintió, e hizo una señal con la cabeza para que empezara él.
-Uhm…¿Cuántos novios has tenido?
Sam cogió aire, y se mordió el labio.
-Cero. ¿Cuántas novias has tenido?
-Una.-Dijo Jack sonriendo un poco.- ¿Cuál es tu flor favorita?
Ella le miró extrañada, porque aquella le pareció una pregunta curiosa.
-Erm… Los tulipanes rojos, supongo… ¿Qué es lo más romántico que has hecho?

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