lunes, 22 de agosto de 2011

Capitulo 4.


Diez minutos después, Sam se decidió por un vestido negro corto, entre elegante e informal, la combinación perfecta. Se dirigió a hacia la puerta, y entonces un zapato brillante se puso en su camino.
-Bueno, bueno, bueno… pero que tenemos aquí…-Susurraba Carla mientras la miraba de arriba abajo.- Honestamente, creo que ese vestido es demasiado para ti.
-¿Tu crees?-Preguntó Sam un poco ofendida, mientras se lo colocaba sobre el pecho y se miraba a si misma en un espejo que tenía a su lado.
-Pues claro que no, estúpida. ¿No te has visto? Te quedará genial.
Sam la miró sorprendida, y sonrió tímidamente. Seguía extrañándole un poco la forma con la que le había hecho un halago, y un insulto a la vez.
-Vaya, gracias. Nos vemos el sábado, entonces.
Y dicho esto, se fue a paso ligero hacia su habitación. Ya echaba de menos a Joe, y se preguntaba que estaría haciendo. Pero intentó negarse a estar pensando eso, no le gustaba demasiado mostrar sus sentimientos. ¿Por qué lo estaba haciendo con tanta facilidad con Joe? No debería dejarle jugar con ella. Aún así, convenciéndose a sí misma de que no era por Joe, aceleró incluso más el paso. Dejó el vestido en su armario, y salió corriendo por el pasillo de la izquierda. Pero entonces, una puerta se abrió, y de ella salió un chico de pelo negro un poco ondulado y alborotado, y ojos verdes, con un libro en la mano, una chaqueta gris de punto con cremallera, una camiseta negra de los Sex Pistols, y unos pantalones oscuros. Pero Sam no tuvo tiempo suficiente para esquivarle, y calló al suelo sobre el. La respiración de ambos estaba alterada, y Sam decidió que lo mejor sería apartarse rápido y pedir disculpas. Los dos se pusieron en pie, y el chico se puso un gorro de tela en la cabeza.
-Oh Dios mío, lo siento mucho. De verdad, lo siento mucho. Perdona, yo no…-Decía Sam sin parar, se sentía muy avergonzada. Pero el chico le puso la mano en la boca y sonrió.
-No pasa nada.-Luego apartó la mano igual de rápido que la puso- Siento haber invadido tu espacio personal.-Rió.
-Me lo merezco totalmente.-Dijo Sam riendo.-Soy Sam.
-Soy Jack Williams.-Luego señaló el número de su habitación, 117, y le susurró al oído al marchar- Ven a verme, ¿eh?
-Lo haré.-Susurró también Sam, observando cómo se iba. Jack sacó el iPod de su bolsillo, y Sam le perdió de vista. Entonces se acordó de Joe, y de que le estaba esperando en la sala común de los chicos. Bajó las escaleras, y vio a unos chicos jugar al ping-pong, otros se lazaban pelotas mientras hablaban animadamente, y en un sofá, tumbado con otro chico, estaba Joe. Sam se acercó, y descubrió que no era un chico, sino otra chica. Y estaban sentados muy juntitos.
-Esto.. hola.-Susurró Sam.
Joe miró a Sam alterado, cómo si no esperara que de verdad apareciera, y dijo:
-Ho.. hola, Sam. Os presentaría, pero, en fin.
Sam miró a la chica. Era Daniella. Le dio un vuelco al corazón. Daniel le lanzó una mirada de superioridad, y cogió a Joe de la mano.
-Estaba hablando con Joe de lo bien que lo vamos a pasar juntos en el cumpleaños de Carla, ¿Verdad?
-Eh… sí.-Dijo Joe lentamente. Se mordió el interior del labio, y miró a Sam. Aunque no lo necesitaba realmente para darse cuenta del enfado que iba a reflejar su expresión. Pero no fue así. Era incluso peor, miraba a Joe cómo vacía, cómo si aquello no pudiera ser real. Sam asintió lentamente, dio dos pasos de espaldas, y se fue tan rápido cómo pudo.
-¡Sam, no, espera!-Escuchó gritar a Joe.
Comenzó a correr más, llorando. Salió al pasillo de los chicos, y miró la habitación 117. Jack. Se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta. ¿Porqué lloraba? Había conocido a Joe ese mismo día, debió darse cuenta antes de que todo era demasiado perfecto para ser real. Decidió que era mejor no molestar a sus amigas, e ir a buscar a Jack, ya que parecían estar teniendo un día mucho mejor que el suyo. Pero entonces se las encontró subiendo las escaleras, cada una con un vestido, y riendo.
-¡Hey, Sam!-Dijo Lauren.
-Oh, hey.-Respondió Sam sonriendo lo más creíble que pudo.
-¿Qué tal con Joe?-Preguntó Carol pícaramente.
Sam volvía a notar las lágrimas acumularse en sus ojos.
-Os lo contaré todo esta noche, ¿Vale?
Y sin ni si quiera esperar una respuesta, se fue corriendo de nuevo. Miró hacia delante, buscando a Jack por todas partes. Estaba claro de que había ido a leer, pero, ¿a dónde? Y entonces, le vio, iba caminando hacia ella mientras miraba hacia su iPod, buscando una canción que escuchar.
-¡Sam, puedo explicarlo!-Escuchó gritar de nuevo. “Mierda”. Pensó Sam. Y cómo un acto reflejo, saltó a los brazos de Jack, que dejó caer el iPod tan pronto cómo Sam le rodeó el cuello con sus brazos.
Joe apareció entonces por la esquina, y dejó de gritar cuando les vio.
-Eh, Sam. ¿Estás bien?-Preguntó Jack, sin saber muy bien que hacer.-¿Le has hecho algo?-Preguntó refiriéndose a Joe.
-Yo… yo no…Sam, ¿Podemos hablar?-Dijo Joe, poniendo su mano en la espalda de Sam.
-No.-Susurró ella.
-Por favor…
-Ya la has oído, ha dicho que no.-Dijo Jack bruscamente.-No la molestes más. Si tu eres el motivo por el que llora, ya has hecho suficiente, ¿no crees?
Joe miró a Jack serio. Jack se agachó a coger su iPod, lo metió en el bolsillo y luego cogió a Sam en brazos (ella aún no le había soltado el cuello), y pasaron al lado de Joe, que les siguió por el pasillo, hasta que llegaron a la habitación de Jack, quejándose constantemente sobre que de verdad podía explicarlo, y que solo necesitaba cinco minutos. Y rogaba por perdón, pero justo cuando iba a decir  “Lo siento” por décima vez, Jack le cerró la puerta en las narices. Dejó a Sam sobre una de las tres camas con cuidado, y el se sentó en la silla. Sacó su libro del bolsillo de la chaqueta, y comenzó a leer. Sam susurró:
-Gracias.
-No pasa nada, aquí estoy para lo que necesites.-Dijo el, sin dejar de mirar el libro.
Se hizo el silencio durante unos segundos, Sam seguía llorando, pero sin hacer el más mínimo ruido, para no interrumpir su lectura. Entonces Jack dejó su libro en la mesa de estudio, y se sentó en la cama enfrente a la que estaba Sam.
-¿Quieres… quieres hablar de ello?-Preguntó el. Se notaba en su tono de voz que no solía hacer estas cosas.
-No hay prácticamente nada que decir… Conocí a Joe hoy, y… no sé, estuvimos en su cama escuchando música, luego de la mano por los jardines, y, no sé. Supongo que pensé que yo le gustaba. He sido una estúpida.
Entonces Jack, que no había dejado de mirarla con sus profundos ojos azules, se levantó rápidamente de la cama, y le secó las lágrimas con cuidado.
-Escúchame: eres preciosa, y lo poco que te conozco, eres también muy dulce.-Sam ya no tenía lagrimas por la cara, pero Jack no apartó su mano de su mejilla- No dejes que ningún idiota te haga sentir mal, ¿Vale?

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