martes, 23 de agosto de 2011

Capítulo 5.


 Sam sintió el terrible impulso de besarle. Pero sería demasiado extraño; acababa de conocerle, y además, se había prometido a sí misma dejar de mostrar sus sentimientos tan fácilmente. Es decir, ser ella misma de nuevo. Así que se incorporó, y se sentó al lado de Jack, que le sonreía ampliamente, mostrando su perfecta dentadura.
-¿Estás mejor?-Preguntó el.
-Sí, muchas gracias, Jack. No sé que habría hecho sin ti.
-Estarías bien, estoy seguro. Eres una chica fuerte.-Terminó con tono grave.
Sam se rió un poco, y miró por la ventana. El cielo se había nublado totalmente.
-¿Quieres… dar una vuelta?
Sam le miró sonriente, y asintió. Jack se puso de nuevo el gorro de tela, y salieron de la habitación. Sam le dio un puñetazo suave en el brazo, Jack se rió y le pasó el brazo sobre los hombros, y ella hizo lo mismo con el. Entonces comenzó a llover, y decidieron ir a la sala común de los chicos, Sam no se opuso, aunque pensó que Joe podría estar allí. Hicieron unas palomitas en la habitación de Jack,  y después bajaron a la sala. Efectivamente, Joe estaba allí. Tenía su brazo sobre el cuello de Daniel, y ella le rodeaba a el con el brazo ¿Llevaban toda la tarde alli?. Jack y Sam se sentaron en otro sofá, y cada uno se sentó en un extremo, dejaron el recipiente de palomitas en el medio, y comenzaron a jugar a lanzarlas, para intentar encestar en la boca del otro. De vez en cuando, cuando Joe escuchaba a Sam reír, apartaba la mirada de la televisión, y se quedaba mirando un rato. Entonces, cogieron las palomitas restantes, y las lanzaron al aire. Y entre risas, intentaron coger en el aire todas las posibles.
-Yo  tengo sheiz.-Decía Jack riéndose, con la boca llena.
-Puez yo trese.-Dijo Sam masticando.
Cuando tragaron, los dos rieron de nuevo. Jack dijo:
-Venga ya, eso no era posible.
-Ya ves.
Jack se abalanzó sobre ella, y comenzó a hacerle cosquillas. Cayeron al suelo, y quedaron ocultos de los demás por la enorme mesa de madera que tenían justo al lado.
-¿Tan divertido es hacerme cosquillas?-Preguntó Sam riendo.
-Ya ves.-Respondió Jack en tono de burla. Sam se hizo la ofendida y se rió de nuevo, golpeándole el hombro, pero no con mucha fuerza. Jack sonreía, y se acercó un poco más.
-Mis amigas deben de estar buscándome cómo locas.-Dijo entonces Sam, en un susurro.
Jack se levantó, y extendió la mano para ayudarla a ella.
-¿Quieres que te acompañe?
-Sí, vale.
Jack le pasó el brazo por la cintura despacio, con timidez. Y la acompañó hasta la puerta.
Jack se quitó el gorro y jugó con el en sus manos, nervioso.
-Te… ¿te gustaría que volvieramos a vernos mañana?
Sam sonrió a Jack mientras abría la puerta de su habitación. Susurró:
-Me encantaría.
Jack se quedó en la puerta sonriendo, hasta que Sam cerró. Sus amigas comenzaron a hacerle preguntas sin parar, y tuvo que pedirles que se calmaran, y después les contó absolutamente todo. Luego Lauren y Caroline comenzaron ha contarle lo perfectos que eran Drake y Ian. Pero lo que Sam tenía muy claro, era que no pensaba ir a la fiesta de Drake, Ian y Joe.

                                                  · · · ·

Los tres días siguientes pasaron muy tranquilamente: Lauren, Carol y Sam pasaban las mañanas juntas, y después se encontraban con Jack, Drake y Ian, que habían comenzado a hacerse amigos, lo cual estaba muy bien, pero Sam y Jack, Lauren y Ian, y Drake y Carol, siempre acaban hablando por separado.
La mañana del cumpleaños de Carla, Sam se despertó la primera porque se había ido a dormir demasiado temprano el día anterior. Fue hacia el baño, y se lavó los dientes, se peinó su melena rubia, se puso una sudadera gris que le quedaba muy grande, y unos pitillos muy ajustados. Hoy parecía que iba a hacer mejor día, pero tampoco cómo para ponerse pantalones cortos. No paraba de pensar que debería de hacer con su pelo para el cumpleaños, estaba un poco nerviosa. Entonces algo la sacó de su embeleso, alguien tiró una piedrecita a su ventana. Sam se acercó rápido para mirar, y se asomó al balcón.
-¿Jack? ¿Qué haces ahí? Son las ocho de la mañana.
-Sí, lo sé. Lo siento, ¿Te he despertado?-Preguntó mientras se colocaba mejor su gorro de tela.
Sam sonrió, le encantaba cómo le quedaba aquel gorro gris con todo. Se apoyó en la barandilla del balcón, y dijo:
-No, llevo ya un rato despierta. ¿Para que me llamabas?
-Tengo que preguntarte algo.-Dijo Jack sonriendo nervioso.-Esta noche no he dormido muy bien. Estoy nervioso.
-¿Nervioso? ¿Porqué?
-Por la fiesta. Es que no… yo nunca…
-Jack, ¿quieres que baje? Vamos a despertar a todo el mundo.
-Sí, por favor.
Sam cerró la puerta del balcón, y salió de la habitación sin hacer ruido, pero en cuanto salió por la puerta, comenzó a correr, cuando llegó a Jack, dejó que las enormes mangas de la sudadera le cubrieran las manos enteras, y sonrió a Jack intentando disimular que estaba tiritando. Jack la miró sonriendo, y dijo:
-Siento haberte hecho bajar, es que de verdad que necesitaba hablar contigo.
-¿De qué quieres hablar?
-Es que… estoy nervioso. Nunca he le he pedido a una chica que vaya a un baile conmigo.-Dijo Jack, la suave luz del amanecer le daba en la cara.
Sam le seguía mirando, sonriendo cada vez más. Jack la miró también, esperando que hubiera pillado la indirecta.
-Es fácil. Simplemente pregúntaselo.
Jack sonrió, inclinando la cabeza hacia atrás.
-No vas a hacer esto fácil, ¿Eh?
Sam negó con la cabeza sonriendo.
-Está bien… Eh… Sam, ¿Te gustaría ir a la fiesta conmigo?-Preguntó el mirándola a los ojos, y se mordió el labio.
Sam saltó a sus brazos, y dijo:
-Sería genial.
Jack la rodeó con sus brazos despacio, con timidez, y Sam apoyó su cabeza en su hombro, intentando disfrutar lo máximo que pudiera del calor corporal de Jack, porque estaba helada. Jack se dio cuenta, y dijo:
-¿Quieres ir a desayunar? Creo que hay chocolate caliente.
-Suena perfecto.
Jack le pasó el brazo sobre los hombros, y ella lo pasó por la cintura de Jack. Cuando llegaron, la cafetería estaba totalmente desierta. Solo se oía a las cocineras hablar mientras preparaban el desayuno. Aún no tenían demasiado trabajo, porque todavía no había comenzado el curso, así que no había más de 100 estudiantes en total. No empezarían a llegar hasta el Lunes. Jack y Sam se acercaron a la barra, cogieron una taza y unos churros, y se fueron a sentarse en una mesa en la otra esquina de la cafetería.
-Ñamñamñam.-Dijo Sam contenta. Tenía mucha hambre.
Cuando terminaron, fueron a la habitación de Jack, porque sus compañeros aún no habían llegado. Nada más entrar, Jack se quitó el gorro. Su pelo ondulado y revuelto quedó completamente visible.
-¿Por qué te pones siempre ese gorro?-Preguntó Sam cogiéndolo.
Jack se sonrojó un poco, y intentó quitárselo de la mano, pero ya se lo había puesto en la cabeza, y se miraba en el espejo.
-No lo sé, supongo que simplemente me gusta.-Dijo riendo nervioso.
-Oh.-Dijo Sam, mientras se lo quitaba- te queda muy bien.
Jack sonrió.
-Bueno, y ¿Qué hacemos?
-¿Quieres jugar a las preguntas?-Preguntó Jack sentándose en la cama.
-¿Cómo se juega?-Preguntó Sam, sentándose frente a el.
-Pues, yo te hago una pregunta, luego respondes, y acto seguido tu me haces otra.
Sam asintió, e hizo una señal con la cabeza para que empezara él.
-Uhm…¿Cuántos novios has tenido?
Sam cogió aire, y se mordió el labio.
-Cero. ¿Cuántas novias has tenido?
-Una.-Dijo Jack sonriendo un poco.- ¿Cuál es tu flor favorita?
Ella le miró extrañada, porque aquella le pareció una pregunta curiosa.
-Erm… Los tulipanes rojos, supongo… ¿Qué es lo más romántico que has hecho?

lunes, 22 de agosto de 2011

Capitulo 4.


Diez minutos después, Sam se decidió por un vestido negro corto, entre elegante e informal, la combinación perfecta. Se dirigió a hacia la puerta, y entonces un zapato brillante se puso en su camino.
-Bueno, bueno, bueno… pero que tenemos aquí…-Susurraba Carla mientras la miraba de arriba abajo.- Honestamente, creo que ese vestido es demasiado para ti.
-¿Tu crees?-Preguntó Sam un poco ofendida, mientras se lo colocaba sobre el pecho y se miraba a si misma en un espejo que tenía a su lado.
-Pues claro que no, estúpida. ¿No te has visto? Te quedará genial.
Sam la miró sorprendida, y sonrió tímidamente. Seguía extrañándole un poco la forma con la que le había hecho un halago, y un insulto a la vez.
-Vaya, gracias. Nos vemos el sábado, entonces.
Y dicho esto, se fue a paso ligero hacia su habitación. Ya echaba de menos a Joe, y se preguntaba que estaría haciendo. Pero intentó negarse a estar pensando eso, no le gustaba demasiado mostrar sus sentimientos. ¿Por qué lo estaba haciendo con tanta facilidad con Joe? No debería dejarle jugar con ella. Aún así, convenciéndose a sí misma de que no era por Joe, aceleró incluso más el paso. Dejó el vestido en su armario, y salió corriendo por el pasillo de la izquierda. Pero entonces, una puerta se abrió, y de ella salió un chico de pelo negro un poco ondulado y alborotado, y ojos verdes, con un libro en la mano, una chaqueta gris de punto con cremallera, una camiseta negra de los Sex Pistols, y unos pantalones oscuros. Pero Sam no tuvo tiempo suficiente para esquivarle, y calló al suelo sobre el. La respiración de ambos estaba alterada, y Sam decidió que lo mejor sería apartarse rápido y pedir disculpas. Los dos se pusieron en pie, y el chico se puso un gorro de tela en la cabeza.
-Oh Dios mío, lo siento mucho. De verdad, lo siento mucho. Perdona, yo no…-Decía Sam sin parar, se sentía muy avergonzada. Pero el chico le puso la mano en la boca y sonrió.
-No pasa nada.-Luego apartó la mano igual de rápido que la puso- Siento haber invadido tu espacio personal.-Rió.
-Me lo merezco totalmente.-Dijo Sam riendo.-Soy Sam.
-Soy Jack Williams.-Luego señaló el número de su habitación, 117, y le susurró al oído al marchar- Ven a verme, ¿eh?
-Lo haré.-Susurró también Sam, observando cómo se iba. Jack sacó el iPod de su bolsillo, y Sam le perdió de vista. Entonces se acordó de Joe, y de que le estaba esperando en la sala común de los chicos. Bajó las escaleras, y vio a unos chicos jugar al ping-pong, otros se lazaban pelotas mientras hablaban animadamente, y en un sofá, tumbado con otro chico, estaba Joe. Sam se acercó, y descubrió que no era un chico, sino otra chica. Y estaban sentados muy juntitos.
-Esto.. hola.-Susurró Sam.
Joe miró a Sam alterado, cómo si no esperara que de verdad apareciera, y dijo:
-Ho.. hola, Sam. Os presentaría, pero, en fin.
Sam miró a la chica. Era Daniella. Le dio un vuelco al corazón. Daniel le lanzó una mirada de superioridad, y cogió a Joe de la mano.
-Estaba hablando con Joe de lo bien que lo vamos a pasar juntos en el cumpleaños de Carla, ¿Verdad?
-Eh… sí.-Dijo Joe lentamente. Se mordió el interior del labio, y miró a Sam. Aunque no lo necesitaba realmente para darse cuenta del enfado que iba a reflejar su expresión. Pero no fue así. Era incluso peor, miraba a Joe cómo vacía, cómo si aquello no pudiera ser real. Sam asintió lentamente, dio dos pasos de espaldas, y se fue tan rápido cómo pudo.
-¡Sam, no, espera!-Escuchó gritar a Joe.
Comenzó a correr más, llorando. Salió al pasillo de los chicos, y miró la habitación 117. Jack. Se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta. ¿Porqué lloraba? Había conocido a Joe ese mismo día, debió darse cuenta antes de que todo era demasiado perfecto para ser real. Decidió que era mejor no molestar a sus amigas, e ir a buscar a Jack, ya que parecían estar teniendo un día mucho mejor que el suyo. Pero entonces se las encontró subiendo las escaleras, cada una con un vestido, y riendo.
-¡Hey, Sam!-Dijo Lauren.
-Oh, hey.-Respondió Sam sonriendo lo más creíble que pudo.
-¿Qué tal con Joe?-Preguntó Carol pícaramente.
Sam volvía a notar las lágrimas acumularse en sus ojos.
-Os lo contaré todo esta noche, ¿Vale?
Y sin ni si quiera esperar una respuesta, se fue corriendo de nuevo. Miró hacia delante, buscando a Jack por todas partes. Estaba claro de que había ido a leer, pero, ¿a dónde? Y entonces, le vio, iba caminando hacia ella mientras miraba hacia su iPod, buscando una canción que escuchar.
-¡Sam, puedo explicarlo!-Escuchó gritar de nuevo. “Mierda”. Pensó Sam. Y cómo un acto reflejo, saltó a los brazos de Jack, que dejó caer el iPod tan pronto cómo Sam le rodeó el cuello con sus brazos.
Joe apareció entonces por la esquina, y dejó de gritar cuando les vio.
-Eh, Sam. ¿Estás bien?-Preguntó Jack, sin saber muy bien que hacer.-¿Le has hecho algo?-Preguntó refiriéndose a Joe.
-Yo… yo no…Sam, ¿Podemos hablar?-Dijo Joe, poniendo su mano en la espalda de Sam.
-No.-Susurró ella.
-Por favor…
-Ya la has oído, ha dicho que no.-Dijo Jack bruscamente.-No la molestes más. Si tu eres el motivo por el que llora, ya has hecho suficiente, ¿no crees?
Joe miró a Jack serio. Jack se agachó a coger su iPod, lo metió en el bolsillo y luego cogió a Sam en brazos (ella aún no le había soltado el cuello), y pasaron al lado de Joe, que les siguió por el pasillo, hasta que llegaron a la habitación de Jack, quejándose constantemente sobre que de verdad podía explicarlo, y que solo necesitaba cinco minutos. Y rogaba por perdón, pero justo cuando iba a decir  “Lo siento” por décima vez, Jack le cerró la puerta en las narices. Dejó a Sam sobre una de las tres camas con cuidado, y el se sentó en la silla. Sacó su libro del bolsillo de la chaqueta, y comenzó a leer. Sam susurró:
-Gracias.
-No pasa nada, aquí estoy para lo que necesites.-Dijo el, sin dejar de mirar el libro.
Se hizo el silencio durante unos segundos, Sam seguía llorando, pero sin hacer el más mínimo ruido, para no interrumpir su lectura. Entonces Jack dejó su libro en la mesa de estudio, y se sentó en la cama enfrente a la que estaba Sam.
-¿Quieres… quieres hablar de ello?-Preguntó el. Se notaba en su tono de voz que no solía hacer estas cosas.
-No hay prácticamente nada que decir… Conocí a Joe hoy, y… no sé, estuvimos en su cama escuchando música, luego de la mano por los jardines, y, no sé. Supongo que pensé que yo le gustaba. He sido una estúpida.
Entonces Jack, que no había dejado de mirarla con sus profundos ojos azules, se levantó rápidamente de la cama, y le secó las lágrimas con cuidado.
-Escúchame: eres preciosa, y lo poco que te conozco, eres también muy dulce.-Sam ya no tenía lagrimas por la cara, pero Jack no apartó su mano de su mejilla- No dejes que ningún idiota te haga sentir mal, ¿Vale?

sábado, 20 de agosto de 2011

Capítulo 3.


Joe miró a Sam, y le cogió la mano con más fuerza. Y sin apartar sus ojos de los de Sam, dijo:
-Estoy ocupado.
Sam sonrió, y escuchó una especie de bufido que emitió Daniel, justo antes de alejarse.
-Pero supongo que Sam querrá venir a dar una vuelta conmigo, ¿Verdad?-Preguntó Mark.
El chico le dirigió una mirada cargada de tristeza, cómo suplicándole que dejara a Joe y se fuera con el, sin oponer ninguna resistencia más. Pero Joe acababa de decirle que no a una chica guapísima para estar con ella, así que hizo lo que creyó correcto:
-No puedo, lo siento. Tal vez  otro día, ¿Vale?
Mark asintió, y se colocó la mochila al hombro, mientras se alejaba cabizbajo.
-Espero que no nos vuelvan a molestar.-Dijo Joe mirándola. Entonces susurró.-Nadie.
Sam sonrió y asintió, luego escuchó cómo una chica no paraba de pegar gritos, mientras repartía unos papeles que eran claramente invitaciones. Tenía el pelo negro, y largo. Llevaba una falda de tubo, una americana negra, y una camiseta muy elegante, con un colgante plateado muy largo colgando del pecho, y sus zapatos eran negros y brillaban tanto, que los rayos del sol se reflejaban en ellos y apenas de podían mirar. Parecía una mini Gloria Hawks. Entonces se acercó hacia ellos.
-Mierda...-Susurró de nuevo Joe, tan bajito que ni Sam pudo oírle.
-Hola, chicos. Soy Carla Black, y me gustaría tener el honor de invitaros a mi fiesta de cumpleaños, que celebraré dentro de tres días, en el salón principal del internado a las 8 y media. Espero que podáis acudir, ¡Tened un buen día!
Y dicho esto, les dio dos entradas, y se marchó elegantemente.
-¿La conocías?-Le preguntó Sam a Joe.
-No, de nada. ¿Tu si?
Sam negó con la cabeza, y cogió la invitación del suelo.

    "Querida Samantha Courtney, 
Me complace invitarte a mi 15 cumpleaños, éste sábado a las ocho y media en el salón principal del internado. Espero de todo corazón que puedas acudir. Y creo saber que piensas: "¿Qué me voy a poner?" no te preocupes; ven a la sala común de las chicas a las 6 y diez de la tarde del miércoles, estaré esperándote.
PD: No seas una jodida idiota y ven, o te perderás la fiesta del año.
PD2: Búscate un tío bueno. Necesitas pareja, zorra."

-Eh... ¿Te insulta al final de la invitación a ti también, Sam?
Sam se rió, y respondió:
-Sí. Y eso que parecía una pija repipi...
-Pues a mi sigue pareciéndome una pija repipi, nunca cambiara eso a no ser que deje de hablar como mi abuela.-Dijo Joe mientras ponía cara de arcadas, los dos se rieron, cogieron el cartón de la pizza y lo tiraron a la basura, volvieron a sentarse.
-Vale, hasta ahi esta todo claro. Pero, ¿Cómo sabía nuestros nombres?-Dijo Sam.
-No había pensado en eso... supongo que pediría permiso para mirar alguna lista de alumnos. Al lado de cada nombre, hay una foto.
-Sí, probablemente... Tienes razón. ¿Qué hora es?
-Las cuatro, ¿Por?
-Oh, es pronto. Da igual.-Dijo Sam sonriendo.
Se pasaron las dos siguientes horas escuchando musica,  hablando y riendo. Justo cómo habían hecho en la habitación de Joe. Cuando dieron las seis, Sam dijo:
-Tengo que ir a la sala común de las chicas, ¿Podemos vernos luego?
-Está bien. Estaré en la sala común de los chicos.
Intercambiaron números de teléfono, y Sam se fue corriendo. Quería ser la primera en llegar para encontrar un vestido decente. Cuando llegó, había unas dos chicas más, hablando entre sí.
-...Pues yo espero que Clark me pida que vaya al baile con el, es tan guapo...-Decía una.
-Agradece que soñar es gratis, Chris. Sólo hablasteis una vez, y fue porque sin querer le diste un codazo en el pasillo y le pediste perdón.
-Vamos, Sara. ¿Cómo puedes vivir con toda esa negatividad? Si no se intenta, no se puede ganar. Intentaré ligármelo. Tengo tres días, ¿No? Pues ya está.
-Cambiemos de tema... Me sigue pareciendo alucinante lo fácil que es hacer amigos aquí, ya conocemos a medio internado. Oh, hola.-Dijo Sara dándose cuenta de la presencia de Sam.
-Hola. Soy Samantha. Sam.
-Encantada, yo soy Sara, y ella es Chirstine.
-Puedes llamarme Chris.
Las tres se sonrieron, y poco a poco, fueron incluyendo a Sam en la conversación.
-Espera, ¿Tu eres esa chica que estaba con Clark tomando pizza hace un rato?
Samantha llegó rápidamente a la conclusión de que Clark era el apellido de Joe, así que dijo:
-¿Joe? Sí, somos muy amigos. O eso creo.
-¡Eso es tan genial! ¿Podrías darme algún consejo para gustarle?-Dijo Chris.
Se quedó en blanco. ¿Que le iba a decir? No pensaba darle ningún consejo; le quería para ella sola.
-Pues... la verdad es que no sé. Simplemente sé tu misma, supongo.
-Eso no ayuda, Sam.-Dijo Chris casi en un bufido.
-Ignórala, creo que tiene la regla.-Dijo Sara en un susurro. Sam se rió un poco, después de comprobar que Chris no escuchaba; estaba demasiado ocupada comprobando que sus uñas estaban en perfecto estado.-Ven a vernos alguna vez. Habitación 104.
Al cabo de unos cinco minutos, la cola era larguísima, y entonces llegó Carla Black, sonriente, con un modelito nuevo: unos vaqueros excesivamente cortos, una boina, y una camisa que tenía medio metida por el pantalón, pero los mismos zapatos. Aunque a Sam le costó reconocerlo, estaba muy guapa.
-Buenas tardes, señoritas. Supongo que estáis aquí para coger un vestido. Pues os deseo suerte, y... que comience la caza.-Dijo Carla mientras abría la puerta de golpe. Un griterío comenzó a empujar a Sara, Chris y Sam para entrar a la carrera. Sam miró a su alrededor; todo estaba dividido por colores. Sólo tenía que pensar de que color quería que fuera su vestido, y elegir uno. Después podría volver con Joe. Ya está. Se dirigió hacia lo negro, porque le pareció lo más elegante, y comenzó a rebuscar entre las perchas, mientras lo que parecían por lo menos cien chicas, iban de lado a lado en la sala, buscando un vestido perfecto.

viernes, 19 de agosto de 2011

Capítulo 2.


-No hay mucho que decir. Vivo a las afueras de Chicago, tengo 15 años y... no sé. Háblame tu de ti.
Joe la miró con los labios entreabiertos, como si quisiera decir algo, pero no sabía como.
-Pues... Para empezar, vivo también a las afueras de Chicago, y también tengo 15 años. Me encanta la música, y leer. Me gustan los deportes, pero no ninguno en especial. Bueno, puede que la natación. No sé.-Miró a Sam, esperando no estar enrollándose demasiado, y clavó sus ojos en los suyos- Odio a mi padre. No me mal interpretes, bueno, si. Porque... mi madre... en fin. Murió hace tres años. Y él, él no me comprende. Tengo la sensación de que nadie lo hace. Y soy como... invisible. 
Sam no apartó sus ojos de los de Joe en ningún momento, y los ojos del chico se habían llenado de lágrimas. Sam recorrió el brazo de Joe lentamente, hasta que llegó a su mano. La sujetó suavemente, y se acercó un poco. Le dio un beso en la mejilla, justo al lado de los labios. Él sonrió un poco, y enlazó sus dedos con los de ella. 
-Gracias, Sam.-Dijo el mientras pasaba su brazo por debajo de Sam despacio, y la acercaba hacia el, colocando el brazo alrededor de su cintura.
-De nada...-Dijo Sam poniéndose un poco colorada. Apenas había espacio entre ellos. 
Entonces Joe le apartó de nuevo el pelo de la cara, y sonrió tímidamente. Sam le miró a los ojos, y después le acarició la mejilla suavemente.
-Deberíamos salir y... ir a comer algo.-Dijo Sam. 
-Pero, estoy bien aquí.-Dijo Joe riéndose un poco. Acercó a Sam un poco más, y cuando sus labios estaban casi rozándose, Joe comenzó rápidamente a hacerle cosquillas. Sam comenzó a reírse con fuerza, Joe se inclinó hacia adelante para poder verla mejor, y siguió con las cosquillas. Ella le agarró de la camiseta con fuerza, riéndose, y rodó por encima de el. Él giró sobre sí mismo, y se quedó sobre ella. Dejó de hacerle cosquillas, aunque los dos se seguían riendo. 
-¿Qué, cómodo?-Preguntó Sam.
-Sí, bastante. Gracias por tu interés.
Sam rió de nuevo, e intentó salir de debajo de él. Joe se apartó, y se sentó en el borde de la cama. Suspiró y se puso en pie. 
-¿Nos vamos?-Preguntó.
Sam asintió, y se puso en pie también. Cogió sus zapatos, y salieron juntos por la puerta. Apenas habían dado dos pasos, y Joe la cogió de la mano, sonriendo para sí. Sam sonrió también, y bajaron las escaleras. 
-Oh, mierda. Se me ha quedado el móvil en tu habitación.-Dijo Sam.
-Bueno, no pasa nada. Vendréis a la fiesta, ¿Verdad? Lo guardaré en cuanto llegue, y te lo daré esta noche.
-Sí, por favor. Pero de todos modos, el problema es que no tenemos cómo encontrar a los demás.
-Pues... podemos dar una vuelta. Seguro que les acabamos encontrando. No pueden estar demasiado lejos, ¿No crees?
Sam asintió, y comenzaron a caminar juntos por todo el internado. Ninguno de los dos sabía exactamente dónde buscar, así que se pasaron unos veinte minutos dando vueltas, hasta que llegaron a una esquina. No se soltaron la mano en todo ese tiempo. 
-Joder. Joe, ven.-Dijo tirando de su mano, y pegándose a la pared, en la esquina.
-¿Que ha pasado?
-Asómate, con cuidado.
Joe la miró curioso, y luego se asomó despacio. Primero lo primero que vio, fue la pizzería del internado. Notó el olor de una sabrosa pizza, y cerró los ojos para disfrutarlo. Se estaba muriendo de hambre. Y cuando los volvió a abrir, vio a Lauren y Ian sentados en un banco. Lauren estaba sentada sobre Ian, y estaban claramente besándose.
-Vaaaaya con tu amiga.-Dijo Joe con el ceño fruncido, cómo si fuera la primera vez que veía algo así. 
-Y que lo digas. Aunque bueno, yo tampoco estoy para hablar. Acabo de salir de tu cama.-Dijo Sam riéndose. 
Joe sonrió. Miró hacia abajo; seguían de la mano. Se inclinó hacia ella y le besó la frente.
-Creo que... deberíamos entrar en la pizzería, por si están Caroline y Drake.-Dijo él tirando un poco de Sam. Ella asintió, y pasaron al lado de Ian y Lauren, intentando no hacer ruido, pero se les escapó una risita, y echaron a correr hacia la puerta del restaurante. Cuando entraron, comenzaron a reírse más fuerte, dieron algunos pasos más riendo y luego miraron alrededor. En una mesa al lado del ventanal, la más apartada de todas, estaban Carol y Drake, hablando muy animadamente. 
-¿Deberíamos ir con ellos, o dejarles solos?- Le preguntó Joe.
Sam se encogió de hombros y miró a Joe, y luego otra vez a Carol. Se dio cuenta de que quería estar con Joe más que nada en el mundo en ese momento. 
-Uhm...¿Que te parece si compramos una pizza y salimos al jardín de atrás a comerla?
-No tengo dinero.-Dijo él buscando en los bolsillos. 
-Yo sí. Ya me invitarás tu otro día.-Dijo Sam mientras se acercaba al mostrador.- ¿Cual te gusta más?
-Me gustan todas. Coge la que tu quieras. 
Acabaron cogiendo una de jamón y queso, y salieron. Cuando llegaron al jardín de atrás, se sentaron en el césped bajo un árbol y comenzaron a comer, mientras miraban como unos chicos entrenaban para natación. Cuando acabaron la pizza, Joe miró a Sam y dijo:
-¿Sabes qué?
-¿Qué?-Preguntó Sam, mientras se pasaba la lengua por los labios. 
-Que...-Comenzó el mientras le cogía la mano y sonreía ladeadamente.-Creo que me va a gustar este curso.
Sam sonrió.
-A mi también.
Y justo cuando se comenzaban a inclinar ambos, alguien apareció delante de ellos.
-Hola, soy Mark Roberts. Encantado.-Dijo un chico bajito, de pelo castaño y ojos oscuros, alargando la mano hacia Sam, sonriendo. 
-Erm... hola. Soy Sam. Y él es Joe. 
-Encantada de conocerte, Joe.- Sonó de repente una voz femenina. Una chica, también bajita, de pelo oscuro y ojos marrones se plantó al lado de Mark, sonriendo falsamente y se inclinó hacia adelante para darle dos besos a Joe. Sam miró hacia otro lado.-Yo soy Daniella. Puedes llamarme Daniel. 
-Encantado.-Dijo Joe, confundido, en un susurro. 
-¿Te apetece dar una vuelta?-Dijo ella mientras jugaba con un mechón de su pelo, y sonreía.

Capítulo 1.

Cuando Samantha se bajó del coche en la puerta del internado, miró alrededor y en cuanto vio que no había apenas gente, se dio cuenta de lo tarde que había llegado.
-Mamá, ¿Qué hora es?-Preguntó girándose bruscamente.
-Las doce y media, cariño.
-Oh, no... debo de ser la ultima. Me tengo que ir, mamá. Adiós, te quiero.-Dijo mientras cogía su maleta y le daba un beso en la mejilla a su madre. Segundos después, ya estaba corriendo hacia la sala principal del internado, donde la directora ya había comenzado con su discurso para los de primer curso. Entonces alguien, sin querer, le golpeó en el hombro al pasar.
-Lo siento.-Dijo Sam casi instantáneamente.
El chico que la había golpeado, se quedo mirándola unos segundos a sus profundos ojos azules, y luego apartó la vista rápido y miró al suelo sonriendo, mientras se iba arrastrando la maleta. Era un poco más alto que ella, tenía el pelo un poco ondulado y de lado, y los ojos marrones claros, casi verdes. Sam observó como se iba, hasta que se dio cuenta de que debía prestar atención a la directora.
-... espero que durante vuestra estancia en nuestro internado, que esperamos que sea durante todo lo que os queda de estudios, sea satisfactoria. Pero debéis saber, que necesitáis tener aprobadas todas las asignaturas para el final del curso, o no podréis seguir aquí. Y por último, y espero que nadie olvide esto nunca.-dijo resaltando la palabra "nunca"- Está prohibido, repito, prohibido, ir a la ultima planta, a no ser que estéis acompañadas de un profesor o profesora de este centro. Ya está todo dicho. Podéis consultar la lista de mi derecha para saber con quien...-Pero nadie le dejo responder, todas las chicas que estaban delante de mi se fueron hacia la lista, dejándome a mi sola delante de la directora. Llevaba una camisa blanca con rayas azules, una falda de tubo que le daba más o menos por las rodillas, unos tacones negros altos, y todo el pelo menos un largo mechón recogido en un moño muy alto. Parecía tener unos 30 años cómo máximo.-Buenos días, jovencita. ¿Cómo te llamas?
Sam miró hacia los lados, como comprobando si de verdad se estaba dirigiendo a ella.
-Soy Samantha Courtney.-Dijo por fin tímidamente.
-Encantada de conocerte, Samantha. Soy la directora, Gloria Hawks. Encantada.-Dijo Gloria sonriendo.
Sam le devolvió la sonrisa, y unos segundos más tarde, se comenzó a escuchar el ruido de unos tacones alejándose. En cuanto los demás alumnos y alumnas despejaron las listas, ella se acercó y pasó el dedo lentamente sobre cada nombre, buscando el suyo. Hasta que por fin lo encontró, habitación 103, primer piso, leyó los dos siguientes nombres, que eran los de sus compañeras: Lauren Smith, Caroline McAdams. Cogió su maleta con fuerza, y comenzó a subir escaleras, dirigiéndose hacia la habitación. Picó a la puerta dos veces, y una chica con una larga melena rubia le abrió la puerta.
-Oh, hola. Tu debes de ser Samantha.-Dijo la chica sonriendo.-Yo soy Caroline, y ella es Lauren.
Una chica que estaba tumbada en la cama leyendo saludó con la mano, sonriente.
-Podéis llamarme Sam.
-Vale entonces, Sam.-Dijo Lauren poniendo voz grave y se reía.
Sam se rió un poco, y miró a su alrededor. La habitación era realmente grande. Tenía una televisión, un baño, tres camas y una gran ventana. Se acercó lentamente y apartó la cortina; tenían las vistas perfectas. La piscina, y el bosque. Y un poco más a la derecha, aunque se seguía pudiendo ver perfectamente, estaba el campo de fútbol.
-Ya me imagino a los chicos ahi entrenando.-Dijo Caroline con voz soñadora, mientras se colocaba al lado de Sam. Sam se rió un poco de nuevo, y se mordió el labio. Comenzó a pensar de nuevo en aquel chico que había visto cuando llegó, era realmente adorable. Entonces Lauren la sacó de su ensimismamiento.
-HEY, ¿y si vamos a dar una vuelta? Es pronto. Tenemos mucho tiempo hasta la hora de comer.
-Me parece bien.
Las tres cogieron sus carteras y sacaron un poco de dinero, por si se compraban algo a parte de la comida del almuerzo, y salieron de la habitación.
-Os tengo que contar una cosa que me pasó cuando subía las escaleras.-Dijo Lauren nada más que pasaron la puerta. A Sam le alegró que Lauren hablara tanto, porque así no había silencios incómodos. Carol y Sam la miraron esperando a que hablara.- Pues, cuando estaba llegando al primer piso, un grupo de chicos pasó a mi lado riendo, y uno de ellos se giró y dijo que me pasara por la habitación 112 a las diez de la noche, que iban a hacer una fiesta. Parecían de nuestra edad. Ha sido lo más raro que me ha pasado en mi vida. Es decir, ni si quiera sabían mi nombre y ya me invitaban a una fiesta.
Caroline y Sam se miraron un poco tristes. Habían invitado a Lauren porque era realmente guapa, pero claro, a ellas no.
-Vendréis conmigo, ¿verdad?-Preguntó sonriente.-Vamoooos, ¡lo pasaremos bien! Porfavor.
-Está bien, está bien...
-¿Que os parece si vamos ha hacerles una visita ahora? Sería un poco raro que nos presentáramos allí tal cual. ¿No creéis? 
Las tres se miraron y sonrieron. Luego comenzaron a retroceder, y miraron a la izquierda. El pasillo de la derecha era el de las chicas, el de la izquierda el de los chicos. Comenzaron a caminar por el pasillo, sigilosamente. No había nadie por ninguna parte, así que pegaron una carrerilla y tras coger aire, Carol picó a la puerta. "Ya voy!" Dijo una voz masculina desde el interior de la habitación. Unos segundos después, un chico de nuestra altura, rubio y de ojos verdes, abrió la puerta. Cuando nos vio, primero frunció el cejo y después sonrió.
-¿Pasa algo?
-No, no. Solo es que se nos ocurrió pasar por aquí.- Dijo Lauren sonriendo.
-Oh, ¡tu eres la chica de las escaleras! Genial. Pasad.- Dijo el chico mientras se apartaba para dejarnos entrar.-Yo soy Ian Hastings, el es Drake.-Dijo señalando hacia un chico que sostenía el mando de la playstation, aunque la tenía en pausa. Tenía el pelo negro, y los ojos marrones claros, parecía tan alto como Ian, pero un poco más delgado. Sonrió y saludó.- Y el es Joe.-Terminó diciendo. Los ojos de Sam no parecían creer lo que veían. Era él. El chico de por la mañana. Las saludó con la mano, sonriendo tímidamente. Se le quedó mirando unos segundos, luego apartó la mirada. Lauren las presentó a ellas, y después siguió a Erik, Carol se sentó al lado de Drake en la cama, y comenzaron a hablar de videojuegos. Así que Sam caminó hacia Joe, que estaba tumbado en la cama, con el iPod encendido, y lanzando una pelota de colores en el aire. La miró y se movió un poco hacia la izquierda, para hacerle sitio. Se tumbó a su lado y el se quitó el auricular de la derecha.
-Hola.-Dijeron los dos a la vez.
-¿Te gusta la música?-Le preguntó Joe.
-Sí, me encanta.
-Cómo... ¿The Script?
-Especialmente The Script.-Dijo sonriendo interesada. Entonces el dejó de tirar la pelota al aire y la miró sonriendo ampliamente. Le apartó un mechón de su pelo rubio de la cara para dejar su oreja al descubierto, y colocó el auricular con cuidado.
Se pasaron la siguiente hora cantando, y riendo. Se llevaban muy bien. 
-Chicos, Ian y yo vamos a dar una vuelta.-Dijo Lauren.- ¿Queréis venir?
-Nosotros vamos.-Dijeron Carol y Drake después de lanzarse una mirada.
Joe la miró, casi suplicante. 
-Nosotros nos quedamos. ¿Me dais vuestro número y os llamo luego?
Lauren, Carol, Ian y Drake le dieron sus números de teléfono y se fueron. 
Suspiró, y se dejó caer de nuevo en la cama al lado de Joe. 
-¿Que te parece si nos metemos en la cama?-Pregunto él. Luego se rió y dijo:- No pienses mal.
-No lo hice.-Dijo sonriendo ampliamente.
Entre los dos abrieron la cama, y se tumbaron de nuevo, tapándose con las mantas. 
-Háblame de ti.-Dijo Joe sonriendo.